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Eslovenia en autocaravana (I)

¿Sabes cual es el tercer país de Europa con más extensión de bosques? Nos adentramos de la mano de nuestra compañera Celia Villa en uno de los mayores tesoros naturales del continente europeo: Eslovenia. Celia comparte con nosotros sus experiencias a bordo de su autocaravana por este curioso país alpino, durante doce etapas recorre la capital Liubiliana, los Alpes de Kamnik y el Valle de Solcava entre otros muchos lugares. A continuación os mostramos la primera parte del viaje.

Planificar una ruta para viajar en autocaravana por Eslovenia no es tarea fácil porque, aunque es un país muy pequeñito, tiene muchos y variados atractivos naturales, históricos, deportivos, etc., por lo que hay que seleccionar muy bien cuál va ser el objetivo del viaje y qué intereses vamos a priorizar. En nuestro caso, buscábamos mucha naturaleza, caminar, pasear, huir de las grandes ciudades y del asfalto, pedalear en nuestras bicis y probar alguna experiencia nueva que nos hiciera sentir la adrenalina.

El territorio a explorar nos llevaría hasta la zona kárstica de Eslovenia, la capital Liubiliana, los Alpes de Kamnik, el Valle de Solcava, los lagos Bled y Bohinj, los Alpes julianos y el Valle del Soca.

Etapa 1: viaje al centro de la tierra

Nuestra primera parada en Eslovenia no podía ser otra que uno de los platos fuertes de este país. En Eslovenia, se encuentra una de las áreas con mayor número de cuevas, se han contabilizado más de 1.000, y hay dos, en concreto, que son más que espectaculares. Nos referimos a Skocjan y Postojna. Es cierto que son caras (muy caras) pero tras su visita podemos decir que merece la pena visitar ambas, cada una por un motivo diferente.

La primera que visitamos fue Skocjan. Su entramado de galerías nos hace creer que, literalmente, nos estamos sumergiendo en las entrañas de la tierra. Aunque la cueva tiene un recorrido de unos 6 kms, los visitantes podemos transitar por aproximadamente 3 km.

Hay un parking en el que podréis dejar sin problema vuestras autocaravanas o campers. Si tenéis que esperar, os recomendamos visitar el museo que encontraréis frente a las taquillas, podréis ver el material con el que exploraron la cueva sus primeros visitantes.

Os sorprenderá comprobar lo intrépidos y aventureros que pudieron llegar a ser. No perdáis detalle del material que utilizaban para iluminar el camino o crear las primeras pasarelas en las paredes. Os adelantamos que vais a alucinar visitando el cañón subterráneo más grande del mundo. 

Tras conseguir cerrar la boca que aún manteníamos abierta después de nuestro paso por Skocjan, nos dirigimos hacia otro de los iconos de Eslovenia: el Castillo de Predjama. Su peculiaridad es que también está relacionado con el mundo kárstico, porque está encastrado precisamente en una cueva, lo que lo convierte en un lugar realmente único.

En la web del Parque Postjna-Jama se encuentra toda la información de visitas, paquetes, precios, etc. Como consejo os diré que podéis adquirir entradas conjuntas para el castillo de Predjama y las cuevas Postojna, lo que hace que os salga algo más económico que comprarlas por separado. 

¡Ah! y disponéis de un parking para autocaravanas más abajo de la entrada al castillo (previo pago), aunque si llegáis por la tarde, a última hora, podréis aparcar casi a la entrada del recinto (ventajas de ir a nuestro ritmo peculiar y dejarlo todo para el final).

Etapa 2: peces, humanos y dragones

Nos costó decidir si visitar las dos cuevas principales que hay en esta zona de Eslovenia: Skocjan y Postojna. Visitar Postojna es sumergirte en un mundo subterráneo que llega a parecer tan irreal como maravilloso. Estas cuevas son más largas (casi 20 km de recorrido), pero el visitante sólo tiene acceso a 4 km que se recorren en tren y 1 km que se puede hacer a pie. 

Tras nuestra inmersión en las profundidades de la tierra, ponemos rumbo a la capital del Eslovenia, Liubliana. Es cierto que nuestra intención era huir de ciudades y asfalto, pero no nos pudimos resistir a conocer la ciudad más importante del país. Habíamos leído que era pequeñita, pero encantadora, y no nos defraudó. 

Encontramos rápidamente aparcamiento junto al Parque Tivoli, el más grande de la ciudad. Tuvimos suerte porque al ser fin de semana el aparcamiento es gratuito y, además, conseguimos una plaza con sombra.

La recomendación para hacer turismo y visitar el centro de la capital eslovena es recorrerla en bicicleta o a pie. Todo el casco histórico es peatonal y bastante llano. Nosotros optamos por la bici y fue todo un acierto. 

Dimos un paseo por la ciudad, que nos pareció realmente encantadora y agradable. Nos gustaron, especialmente, la Plaza Preseren, el Puente Triple, el Puente de los Zapateros, el Mercado Central, el Puente de los Dragones, el ayuntamiento… Como decimos, pasear simplemente por toda la zona es una gozada.

También subimos al Castillo de Liubliana, una construcción que tiene más de 900 años y que fue reconstruido en el siglo XV. Dejamos las bicicletas, junto al funicular, que fue la opción que elegimos nosotros para subir, aunque si os apetece también se puede hacer a pie. 

Etapa 3: pastoreando en las alturas

Amanecemos en una preciosa pradera verde, y, además, por un precio, que no volvimos a encontrar en toda la ruta. A ello se suma que está muy cerca de Kamniska Bistrica donde tomamos el teleférico que nos llevó a Velika Planina.

Esta es, sin duda, una de las visitas que más nos gustó de todo el viaje, por ser un lugar único y singular y porque allí degustamos el mejor strudel de manzana de nuestra vida. Velika Planina es uno de los pueblos de pastores más grandes de Europa, y no sabemos si quizás el más alto. Para llegar, hay que tomar primero un teleférico y luego un telesilla doble. Las vistas, como podéis imaginar, son indescriptibles.

Etapa 4: el valle de los cuentos

Despertamos escuchando el sonido del río y salimos de la autocaravana para mojarnos un rato los pies, experiencia solo apta para los que aguanten bien el frío, porque el agua estaba gélida. Pero eso también nos espabiló para prepararnos de cara a la siguiente visita: Logar valley.

Decidimos parar unos 2 km antes de llegar al acceso a las cascada Rinka para hacer la recta final en bicicleta, nos mereció la pena, principalmente, porque más arriba se complicaba un poco dejar la autocaravana, pero tenemos que reconocer que nos costó llegar pedaleando porque todo el camino es cuesta arriba (ya todo depende de la forma física en la que estéis y si vais o no con niños).

Después del paseo por el mundo de los cuentos, decidimos poner rumbo a otro de los platos fuertes del viaje, teniendo en cuenta que es el lugar más fotografiado y visitado: el lago Bled. De camino hacia este lugar icónico, hicimos parada para pernoctar en Kranj, una de las ciudades más antiguas de Eslovenia. 

Etapa 5: recorriendo el lago de la postal

Por la mañana decidimos desplazarnos a Bled para iniciar la visita más turística y a priori más masificada de nuestra ruta por Eslovenia. Llegamos a media mañana y empezamos nuestra estancia en Bled por el centro de la ciudad, para subir al castillo. Hay un aparcamiento justo en la parte de abajo (bastante caro), pero al menos funciona por horas, y, desde allí, se accede fácilmente al recinto. 

No os perdáis la visita a la reconstrucción de la imprenta de Guttemberg o las salas de exposición en las que encontraréis algunas piezas interesantes para conocer la historia de Bled y de su castillo. Pero si hay algo que realmente merece la pena en este lugar, es recorrer a pie o en bicicleta todo el contorno del lago.

Es una ruta circular de unos 6 km en total y que se realiza sin muchos esfuerzos, casi siempre por un carril peatonal. Es una maravilla poder apreciar el lago desde diferentes puntos y perspectivas y, si el tiempo acompaña, pegarse un chapuzón en sus aguas turquesas y cálidas, porque, aunque su origen es glaciar, en verano las aguas llegan a alcanzar los 26º.

Etapa 6: Navegamos hacia la única isla eslovena

Nos resistíamos a abandonar Bled sin poner en práctica otro de los planes más típicos y tópicos del lugar: navegar hasta la pequeña isla en medio del lago. Hay varias opciones para ello, o subir a una de las barquitas colectivas que van y vienen constantemente y que se pueden coger desde diferentes puntos del lago; o bien, alquilar una barca de remos privada para poner a prueba vuestras dotes de remeros profesionales.

La isla en sí tiene poco que ver y visitar. Hay una iglesia a la que se puede acceder (previo pago) con un campanario del que dicen que, si tocas su campana, se puede cumplir vuestro deseo. Nosotros no quisimos abusar de la generosidad de la citada campana, así que la experiencia de la isla de Bled la planteamos más como una actividad ociosa navegando por el lago, que por el valor cultural, histórico o incluso supersticioso, que pudiera tener este lugar. 

Créditos de las imágenes: Celia Villa

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