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Gerard Farrés y su autocaravana en el Dakar

El motociclista catalán, pese a no haber podido repetir el podio del año pasado, ha quedado quinto en la categoría de motos en el Dakar 2018, tras anunciar que sería su último Dakar en moto (no descarta hacerlo en otro vehículo). Piloto del Himoinsa Racing Team desde hace dos temporadas, ha formado parte del equipo patrocinado por Autosuministros Motor, que utilizó una autocaravana como apoyo durante la prueba.

Experimentado y rápido, con 11 participaciones en el Dakar, Gerard Farrés se ha convertido ya en toda una institución en la prueba más dura del mundo. Desde que entró a formar parte del Himoinsa Racing Team el piloto catalán descansa, entre etapa y etapa, en autocaravana, lo que considera que ha sido una gran ayuda a la hora de conseguir los magníficos resultados de los últimos años: un cuarto puesto en 2016, tercero en 2017 y quinto hace sólo unas semanas.

Mantenemos esta conversación con Farrés unos días después de su vuelta a casa tras el Dakar 2018 y descubrimos a la persona que hay detrás del piloto: cercano, amable y solidario, ejemplo de ese “espíritu Dakar” que impregna a los participantes de la aventura que cada mes de enero reúne a los más valientes del motor en tierras de Sudamérica.

¿Por qué crees que es tan importante el uso de las autocaravanas en el Dakar?

«La autocaravana es tu casa durante el rally, donde tienes tu baño; te puedes cocinar algo rápido en el microondas al volver de cada etapa, lo que te ayuda muchísimo para recuperar energía sin tener que moverte; tienes un cama donde duermes igual o mejor que en casa; tienes aire acondicionado; puedes dejar tu ropa y todo el tema de suplementación, farmacia… ¡es muy práctica, sin duda, el mejor vehículo para el Dakar!».

Este año compartías una Carado T 447 perfilada con Iván Cervantes, ¿cómo valoras la distribución de este vehículo?

«Perfecta. Teníamos una cama muy amplia sobre el comedor y otra detrás; cocina y una amplia mesa en la que nos sentábamos a preparar los road book del día siguiente, un garaje grande, un buen aseo… ¡todo lo necesario!.

Además, compartir este espacio (más que suficiente para dos) con Iván Cervantes es como estar en familia. Con Iván he compartido miles de aventuras, y ahora, al final del día, podemos comentarlas en la autocaravana, además de preparar juntos las siguientes jornadas».

¿No echas nada en falta, entonces, en la autocaravana frente al camión del equipo o a un hotel?

«Nada. Por ejemplo, si tienes que pintar cinco o seis horas de road book, es muchísimo más rápido y más práctico hacerlo en el salón de la autocaravana que en el camión del equipo, y tener todos tus enseres personales a mano resulta más cómodo que estar en un hotel…».

¿El vehículo responde bien a todo tipo de terrenos como los que recorréis durante la prueba?

«Sin duda. La autocaravana de este año (y cualquiera de las que hemos usado en estos años) respondió a la perfección, tanto en las subidas a 3.000 m como en cualquier tipo de terreno, han aguantado muy bien a nivel mecánico y en todos los sentidos».

¿Quién se encarga de su mantenimiento y transporte entre etapa y etapa?

«Se encargan los mecánicos del equipo y también el jefe del equipo, el teniente coronel Miguel Puertas. Ellos viajaban con la autocaravana pero dormían en tiendas fuera, conducían y, al llegar al siguiente Bivouac, montaban el campamento y nos dejaban la autocaravana preparada para nuestra llegada al final de cada etapa: nos la colocaban en un terreno llano, enchufada, con el agua caliente para la ducha, a veces incluso nos hacían un plato de pasta… ¡todo un lujo tras jornadas tan duras!».

Has anunciado que éste sería tu último Dakar en moto, ¿qué objetivos tienes a partir de ahora?

«Tengo dos niñas de ocho y cinco años, una mujer con la que llevo 20 años y a la que quiero muchísimo, una madre, una hermana… todas ellas sufridoras y me han apoyado al máximo. Quiero seguir vinculado al Dakar pero estar más con mi familia».

¿Y con qué anécdotas o experiencias te quedas de estos años?

«El Dakar para mi es una competición que me ha dado mucho a nivel de resultados, pero más aún como persona. El Dakar cambió mi vida cuando empezó en África, donde ves cómo vive la gente que se conforma con tan poco y son felices.

Todos esos valores, el cómo se ayudan, en cómo se llevan unos con otros y no se aprecia el egoísmo que vemos en el mundo occidental, me han ayudado, y me ayudan cada vez que voy a Marruecos, a coger esa dosis de “buena persona”».

Desde entonces, tras cada competición voy a dar charlas a niños en colegios en los que hablo sobre estos valores. Es decir, el Dakar no es una competición pura y dura, te enseña mucho.

Además, se habla del compañerismo que hay entre vosotros durante la prueba…

«Por supuesto, este deporte te enseña mucho. Nos jugamos la vida y, precisamente por eso, hay mucho compañerismo. Llevo más de 10 años en el Dakar y he podido disfrutar, no de grandes pilotos, sino de grandes personas. Por ejemplo, el año pasado, durante la prueba, no dudé en dejar la moto para acudir en auxilio de Enric Martí, completamente deshidratado y delirando.

En esa ocasión pude salvarle la vida, pero en otros casos han tenido que ayudarme a mi si tenía una lesión. Siempre sabes que, si te sucede algo, al cabo de un rato pasará un compañero en una moto y se va a parar, sí o sí. Esto hace que esta carrera, aparte de sufrir como sufrimos, sea un reto a nivel de superación y que aprendas mucho como persona».

En tu vida privada, ¿eres autocaravanista?

«Si, y he tenido ocasiones para comprarme una y no lo he hecho por el tipo de vida que tengo, pero con mi familia hago unos seis o siete viajes al año, y muchas veces alquilamos una autoaravana. Unas veces nos vamos a un sitio en la naturaleza para hacer rutas en bici con las niñas, otras veces voy a ver alguna competición en plan hobby, y en cualquier caso, las facilidades que te da la autocaravana es inmensa. Nos encanta, es una forma más de estar unidos, en familia, disfrutando de la naturaleza».

Gerard Farrés, de cerca

Gerard Farres nació en Manresa (Barcelona) el 24 de marzo de 1979, aunque toda su infancia transcurrió en Olost de Lluçanès, una pequeña localidad de apenas 1.000 habitantes en el corazón de Cataunya, con un paraje idílico para la práctica del off-road: en plena naturaleza, rodeado de campos y bosques.

  • Una afición: el ciclismo.
  • Un lugar para vivir: mar y montaña, en la naturaleza.
  • Un destino de vacaciones: Fuerteventura.
  • Un libro: uno de coaching, de positivismo.
  • Una canción: cualquiera de Bruce Springsteen.
  • Una película: una de la serie «2 Fast 2 Furious».

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