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Ruta por el sur de Italia (I)

Quiero compartir con vosotros uno de mis últimos viajes en autocaravana. Nada menos que cerca de 30 días realizando una ruta por el sur de Italia entre los meses de diciembre y enero, disfrutando de lugares emblemáticos como Cinque Terre, la región de Calabria, Barleta, Sorrento o Nápoles. Aquí os muestro la primera parte de nuestra ruta.

Ruta por el sur de Italia

Comenzamos el viaje por el sur de Italia sin problemas de tráfico, buen tiempo. Nos cruzamos con muchísimas autocaravanas, casi todas hacia el sur.

Recorremos 554 kilómetros hasta la localidad de Vins su Carmy, lugar donde pernoctamos en una zona habilitada en el cauce del río cercano al pueblo. Al día siguiente tomamos rumbo hacia La Spezia.

día 2: Vins – La Spezia

Circulamos por autopista hasta poco después de entrar en nuestra ruta sur de Italia, entonces cambiamos a la carretera nacional, que bordea el mar y va atravesando pueblecitos encantadores con sus típicas casas mantequilla de persianas verdes, mis preferidas; o las de color tierra rojiza más agresiva.

Llegamos al Area via San Bartolomeo de La Spezia. Es muy cutre pero muy útil, merece la pena, se trata de un descampado donde aparcas bastante cerca del vecino, sólo tiene servicio de llenado y vaciado y algunos sitios con posibilidad de electricidad a 6€/día, pero es tranquilo y seguro. Está lejos del centro pero hay un autobús, nosotros como tenemos la moto no tenemos problema.

día 3: Cinque Terre

Sol y buena temperatura, ideal para la excursión a los cinco pueblecitos que forman los Cinque Terre!. Isidre quiere ir en moto aunque vemos que todo el mundo recomienda el tren.

Cinque Terre, ItalyLa carretera es un sube y baja continuo, no hay una cornisa que vaya de pueblo a pueblo porque tampoco hay una montaña que recorra la costa, lo que hay es una sucesión de montañas separadas por pequeñas lenguas de tierra donde se asientan pueblecitos costeros.

El tren que los enlaza transcurre casi siempre bajo tierra y la carretera no tiene más remedio que pasar de una montaña a otra acercándose a la costa, subiendo y bajando. Para llegar a los pueblos bajamos y luego tenemos que regresar por donde hemos venido, por eso cuando llegamos al último pueblo hemos recorrido casi 70 km.

Por suerte, para regresar a La Spezia hay otra carreterita que circula por detrás de estos montes y nos lleva a casa en sólo 30 km; definitivamente recomendamos la visita en tren.

Los Cinque Terre son realmente muy bonitos y tenemos la suerte de pasearlos con la gente justa para que no estén “muertos” pero sin las molestias del gentío. No sabría decir cual nos gusta más.

Almorzamos en un bistró de Vernazza, comemos muy bien y, aunque no es barato tampoco se pasan: un plato de pasta al pesto de la liguria (buenísimo) que compartimos, un plato cada uno de fritura de calamar, una cerveza y un agua con gas y dos cafés 57 €.

día 4: La Spezia – Montalcino

Nos levantamos una hora antes para aprovechar mejor la luz y la verdad es que nos va muy bien, pues llegamos al parking de la bodega que nos acogerá en Montalcino justo a la hora de comer. El aparcamiento es gratis, la luz va con monedas y el baño cuesta 5 € por persona, o sea 20 € los dos días que pensamos quedarnos.

Montalcino es la patria del Brunello, uno de los vinos tintos más afamados (y caro) en Italia. Está enclavada en el corazón de la Toscana al sur de Siena, completamente amurallada y presidida por un enorme castillo.

En su centro histórico medieval destaca el Palazzo dei Priori (siglo XIII-XIV) en la Piazza del Popolo, con su elegante torre sustentada en el estrecho edificio. A su lado il Cappellone, una logia porticada gótica del siglo XIV.

Ruta por el sur de Italia

día 5: San Quirico d’Orcia, Pienza y Buonconvento

Amanecemos hasta doce autocaravanas en la explanada de la bodega, increíble. Hace un sol maravilloso, el cielo sin una nube, hace fresco (12ºC) pero no frío. Nos vamos con la moto de paseo disfrutando de los paisajes típicos de Toscana, los campos verdes que cada tanto rodean una casa aislada a la que se accede por un camino bordeado de cipreses; las casas de piedra, los pueblos empinados en las cimas de las colinas.

El primer pueblo que paseamos es San Quirico d’Orcia, un pequeño pueblo del valle homónimo con un centro histórico pequeño y coqueto; todo amurallado ofrece unas vistas al valle espectaculares. A tan sólo 10 km se encuentra el segundo pueblo: Pienza.

Una bonita puerta medieval, reconstruida puesto que fue destruida en la Segunda Guerra Mundial, nos da la entrada al casco histórico. Lo primero que nos sorprende es que hay mucha gente paseando, tanto grupos de autocares como parejas y familias vestidas de domingo, está claro que es el pueblo más turístico de la zona.

Varios palacios como el Piccolomini, que era residencia veraniega del Papa Pío II y el palacio Borgia, son joyas del Renacimiento muy bien conservadas. Las tiendas de quesos tienen mucho éxito pues en esta zona elaboran un queso de oveja muy singular, no compramos porque no nos apetece hacer cola.

día 6: Montalcino – Anagni

Circulamos por los singulares paisajes de la Toscana hasta que los dejamos atrás; entonces enfilamos la autopista para llegar a Anagni de día y poderla pasear. A ratos sale el sol, a ratos nos encontramos bajo la niebla.

El parking está al lado del cementerio, es amplio, tranquilo y plano; tiene servicio de vaciado y llenado gratuito y el centro histórico está a cinco minutos caminando, aunque cuesta arriba.

Ruta por el sur de ItaliaBajamos la moto y llegamos a una de las entradas de la calle Vittorio Emanuele que es larguísima y la única que vale la pena pasear aunque hoy casi ni esto pues todo está cerrado y tampoco hay nada excepcional que visitar.

Al menos estiramos las piernas. Van llegando más autocaravanas y llegamos a ser 11 aunque cada cual en su casita, ni nos enteramos de los vecinos.

Viendo que hay tanta aglomeración de autocaravanas por todas partes, decidimos cambiar el itinerario y no ir mañana a Nápoles como previsto; lo dejamos para el regreso que será mitad o final de mes y como los niños estarán en el colegio, habrá menos turistas. Iremos hacia el sur costeando a partir del sur de Nápoles.

día 7: Anagni – Palinuro

Nos despertamos envueltos en la niebla. Cargamos agua y nos vamos circulando por carreteras comarcales pero pronto vemos que no vale la pena, ni los paisajes ni los pueblos tienen interés y el firme de las carreteras deja muchísimo que desear.

Nos vamos hacia la costa por el Parco del Cilento, la carretera discurre por el interior y de ella van saliendo otras, perpendiculares, que se dirigen al mar. Cogemos la que nos lleva a Palinuro, una carretera estrecha que junto a un río de agua totalmente transparente atraviesa una garganta que acaba en el mar.

Nos dirigimos al parking de autocaravanas pero está cerrado, entonces, siguiendo un consejo de un colega seguimos 300 metros y llegamos al puerto deportivo donde podemos aparcar sin problema.

Tenemos una vista preciosa de la bahía, la temperatura es ideal y damos un buen paseo. Me encanta todo lo que tenga que ver con el mar: los ruidos, los olores y los sabores.

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día 8: Palinuro – Reggio Calabria

Rehacemos el camino hasta la carretera principal y cometemos el error de querer costear hasta Reggio Calabria porque, aunque disfrutamos mucho el paisaje por esta cornisa, vamos demasiado despacio, la mayor parte del tiempo a menos de 40km/h y al cabo de más de dos horas sólo estamos en Matera, o sea a 300 km de destino, por esto decidimos optar por la autopista aunque tenemos que retroceder un poco.

La carretera resulta muy atractiva hasta Cosenza pues va por lo alto de las montañas con enormes puentes y unas vistas magníficas. A ratos sol, a ratos nubes, y a mediodía 22ºC. Seguimos camino cada vez con más sol y menos nubes y llegamos a Scilla porque allí hemos visto una reseña sobre un área con servicios justitos pero muy buenas vistas.

Aunque es noche cerrada se intuye un paisaje increíble: tenemos delante el mar y las luces de Sicilia, un poco más al oeste el Stromboli y el Golfo di Giogia.

Poco a poco van llegando otras autocaravanas, al final somos seis o siete pero sólo se notan los dos italianos, los otros, alemanes e ingleses, como si no estuvieran.

Poco a poco vamos descubriendo este área tan especial: es una explanada de hierba al borde de un acantilado, tiene conexiones de luz y en un rincón descubrimos unas duchas tipo playa, o sea individuales y con puerta que no llega ni al techo ni al suelo, dos lavabos y un WC.

día 9: Reggio di Calabria y Scilla

Nos vamos a Reggio por la carretera comarcal que bordea la costa y atraviesa pueblecitos casi unidos ya a la ciudad, hay mucho movimiento de gente, comercios, talleres y los coches nos pasan como locos; algunas casas bonitas de otro tiempo y la mayoría muy sencillas e impersonales; también algunas semi derruidas.

Llegamos sin más contratiempos a Reggio y lo primero que hacemos es vistar el centro de la ciudad y recorrer el famoso paseo de Lungomare, es una avenida amplia muy arbolada, con palmeras y otros enormes árboles, espectaculares, que me dicen son Ficus macrophylla. Desde aquí vemos el Etna ahora cubierto de nieve.

Visitamos el Castello Aragonese construido por Fernando II de Aragón en el siglo XV, no queda mucho en pie pero se aprecia que fue una fortaleza importante. Almorzamos en casita un arroz al funghi y tras una breve siesta nos fuimos a visitar Scilla, que está a nuestros pies.

Scilla resulta ser un pueblecito encantador; está dividido en tres partes, dos al borde del mar y una sobre la montaña. Las dos mitades del mar están separadas por una gran roca sobre la que se asienta el castillo. Se dice que en esta roca habitaba el monstruo Escilla que tenía seis cabezas y ahogaba a los navegantes cuando intentaban atravesar el estrecho de Mesina.

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día 10: Gerace y Isca Marina

Despertamos con sol y unas magníficas temperaturas, circulamos en mangas de camisa y a ratos con la ventana abierta y es que no da el sol de lleno en esta Nacional 106 que rodea la península de Calabria.

Es una carretera encantadora porque ofrece paisajes y pueblos, el primer espectáculo es el del Etna que parece que esté flotando y tiene la cumbre cubierta de nieve. El mar es de un azul tan intenso que a veces se torna casi negro, pero en las playas se torna turquesa y transparente; la vegetación es casi africana: palmeras de varias especies, pinos, olivos, buganvilias y adelfas.

Las playas de arena finísima pero compactada, las montañas son sólo colinas muy verdes por donde asoman rocas y tierras blanquecinas que evocan el cemento.

Al llegar a Locri nos desviamos hacia el interior y subimos hasta Gerace, un pueblecito medieval que tiene unas vistas que cortan la respiración: el mar, la costa, las colinas, las verdes llanuras.

Y el pueblo también vale la pena con sus callejuelas estrechas, empedradas, la catedral bizantina, los arcos, las puertas de la muralla; la mayoría de las casas son de barro, quizás arcilla y piedras de río.

día 11: Isca – La Castella – Sta Severina

Nos vamos tranquilamente circulando por nuestra carretera S106 y nos desviamos a Catanzaro, error tremendo porque hoy es fiesta y no es día de ciudades, pero lo peor es que la circulación es intensa, la ciudad (como no, en pendiente) es caótica y nos vamos después de atravesar de punta a punta sin haber podido aparcar.

Regresamos a la costa y vamos a Le Castella que es un pueblecito de mar con un castillo que fue construido por el rey aragonés aunque por lo visto antes existió otro romano del que habla Plinio. Es un castillo muy bonito ubicado en un islote a la que se llega por un promontorio elevado sobre el mar.

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